La Misa Dominical es el corazón de la vida cristiana. Cada domingo, la comunidad se reúne para celebrar la fe, escuchar la Palabra de Dios y participar en la Eucaristía, memorial vivo del amor de Cristo.
Es un momento para detenerse, dar gracias, pedir fuerza para la semana y encontrar sentido a lo cotidiano desde la espiritualidad. No es solo un rito, sino un espacio de encuentro: con Dios, con uno mismo y con los demás.
Es también una invitación a vivir el Evangelio en lo concreto de la vida, con esperanza, solidaridad y alegría.