
Hay exposiciones que se ven.
Y hay otras, como esta, que se sienten.
La obra de Mariano Fernández (Torres del Carrizal) no es solo escultura: es memoria viva. Con sus manos ha dado forma al barro y a la madera para rescatar escenas que parecían perdidas en el tiempo: campesinos arando, mujeres haciendo queso, animales de labor, cocinas humildes, gestos de otra época… y sin embargo, tan cercanos.
En esta visita al museo, te invitamos a detenerte. A mirar despacio. Porque lo que vas a ver no solo representa la vida rural, la revive.
Cada figura tiene algo de mágico: es sencilla, sí, pero cargada de verdad. Hay una emoción callada en sus piezas, una poesía que no necesita palabras. Verlas es como escuchar a los abuelos contar historias junto al fuego, con esa mezcla de ternura y asombro.
Mariano no estudió arte. Lo vivió. Su historia es la de tantos: infancia dura, campos infinitos, días largos… y una creatividad que brotó sin pedir permiso. Hoy, su obra es un regalo para todos nosotros.
📍 No te lo pierdas: vuelve al museo. Déjate sorprender.
Porque esta exposición no es solo una muestra: es un viaje al corazón de nuestra tierra.
Y atención: el museo solo abre en días especiales.
Este es uno de ellos.
Una oportunidad única para descubrir —o volver a mirar— este tesoro escondido en el corazón de Torres del Carrizal.

Hay exposiciones que se ven.
Y hay otras, como esta, que se sienten.
La obra de Mariano Fernández (Torres del Carrizal) no es solo escultura: es memoria viva. Con sus manos ha dado forma al barro y a la madera para rescatar escenas que parecían perdidas en el tiempo: campesinos arando, mujeres haciendo queso, animales de labor, cocinas humildes, gestos de otra época… y sin embargo, tan cercanos.
En esta visita al museo, te invitamos a detenerte. A mirar despacio. Porque lo que vas a ver no solo representa la vida rural, la revive.
Cada figura tiene algo de mágico: es sencilla, sí, pero cargada de verdad. Hay una emoción callada en sus piezas, una poesía que no necesita palabras. Verlas es como escuchar a los abuelos contar historias junto al fuego, con esa mezcla de ternura y asombro.
Mariano no estudió arte. Lo vivió. Su historia es la de tantos: infancia dura, campos infinitos, días largos… y una creatividad que brotó sin pedir permiso. Hoy, su obra es un regalo para todos nosotros.
📍 No te lo pierdas: vuelve al museo. Déjate sorprender.
Porque esta exposición no es solo una muestra: es un viaje al corazón de nuestra tierra.
Y atención: el museo solo abre en días especiales.
Este es uno de ellos.
Una oportunidad única para descubrir —o volver a mirar— este tesoro escondido en el corazón de Torres del Carrizal.

Hay exposiciones que se ven.
Y hay otras, como esta, que se sienten.
La obra de Mariano Fernández (Torres del Carrizal) no es solo escultura: es memoria viva. Con sus manos ha dado forma al barro y a la madera para rescatar escenas que parecían perdidas en el tiempo: campesinos arando, mujeres haciendo queso, animales de labor, cocinas humildes, gestos de otra época… y sin embargo, tan cercanos.
En esta visita al museo, te invitamos a detenerte. A mirar despacio. Porque lo que vas a ver no solo representa la vida rural, la revive.
Cada figura tiene algo de mágico: es sencilla, sí, pero cargada de verdad. Hay una emoción callada en sus piezas, una poesía que no necesita palabras. Verlas es como escuchar a los abuelos contar historias junto al fuego, con esa mezcla de ternura y asombro.
Mariano no estudió arte. Lo vivió. Su historia es la de tantos: infancia dura, campos infinitos, días largos… y una creatividad que brotó sin pedir permiso. Hoy, su obra es un regalo para todos nosotros.
📍 No te lo pierdas: vuelve al museo. Déjate sorprender.
Porque esta exposición no es solo una muestra: es un viaje al corazón de nuestra tierra.
Y atención: el museo solo abre en días especiales.
Este es uno de ellos.
Una oportunidad única para descubrir —o volver a mirar— este tesoro escondido en el corazón de Torres del Carrizal.